Es fundamental complementar los contenidos del sistema educativo con temas que promuevan el emprendimiento y la competitividad.
El sistema educativo actual tiene algunas debilidades en cuanto a la formación para el emprendimiento y la competitividad, pues entre las competencias que se espera de los graduados de educación secundaria están la comprensión lectora, el análisis matemático, conocimientos generales en ciencias, y algunas competencias sociales, que sin duda son importantes para la vida, pero, para lograr que los países mejoren sus indicadores de competitividad es necesario que se incluyan nuevos contenidos en la educación básica y media, para fomentar desde el pensamiento emprendedor, hasta la capacidad de actuar de forma competitiva en cualquier actividad.
Existen algunas percepciones erradas frente al emprendimiento y la competitividad, mientras que el primero se asocia con el hecho de generar autoempleo, el segundo se asocia con competir y ganarle a otra persona. Ambas posturas son incorrectas, y para poder educar para el emprendimiento y la competitividad se debe tener en primera instancia claro el significado de estos dos términos tan usados en la actualidad en los ámbitos sociales, políticos y educativos.
El emprendimiento es un indicador que mide la creación de empresas: entendidas estas como entidades productoras, transformadoras, comercializadoras, o, que ofrecen un servicio, empleando trabajadores, abasteciendo un mercado, y generando utilidades para su crecimiento y para el mantenimiento del aparato estatal, y están clasificadas en micro, pequeña, mediana y gran empresa. Pero en la educación básica y media el emprendimiento no se concibe aún como la descripción de empresa que se acaba de presentar, y menos aún como la invención de nuevos dispositivos tecnológicos, aplicaciones biogenéticas o tecnificación de procesos productivos, pues no se cuenta con la capacitación adecuada para dicha formación.
En cuando a la competitividad, no hay evidencias de que el sistema educativo actual promueva este tipo de formación, que está relacionada con el aprovechamiento eficiente de los recursos, las innovaciones tecnológicas, mejoramiento de infraestructura, capacidad de alcanzar mercados extranjeros con productos y servicios de calidad. Al igual que sucede con el emprendimiento, las instituciones y los docentes no tienen adaptados sus currículos para este tipo de formación, pues sus objetivos están centrados en alcanzar altos puntajes en las pruebas estatales, pero estas no tienen dentro de su marco de evaluación las habilidades competitivas o emprendedoras de los estudiantes.
Apoyados en los anteriores argumentos, se ha establecido que es fundamental incluir nuevos contenidos en la educación para promover el emprendimiento y la competitividad, que incluyan el conocimiento de los procesos de producción, las apuestas productivas de las regiones, innovaciones existentes en los diversos sectores, diseño de prototipos, tipos de productos y sectores empresariales. Esta formación conceptual debe estar entrelazada con una educación actitudinal, relacionada con la solución de problemas de la sociedad, el aprovechamiento de recursos, consciencia medioambiental, y compromiso social. La excelencia en los resultados académicos de los estudiantes debe ampliarse y no provenir exclusivamente de las calificaciones de las materias básicas, sino que deben ser incluidas las competencias desarrolladas en los aspectos descritos, incentivando a los estudiantes a contribuir de forma positiva en la sociedad.
En Eduemprende hemos trabajado por más de 10 años en el campo del emprendimiento, es por esto que contamos con una plataforma para la educación en emprendimiento y un programa curricular completo que incluye el apoyo y la capacitación a docentes y colegios para desarrollar estos procesos de formación de forma exitosa.
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